Las fuerzas sirias asolaban, sembrando la devastación, el expolio y la muerte, al pueblo de Israel. Entre los más reconocidos generales sirios se encontraba Naamán, de él se dice en la Biblia:
"Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso" (2ºReyes 5.1)
Aun encontrándose en lo más alto posible de estatus social, estaba condenado a muerte por una de la enfermedades más denigrnates y temidas de la época: la lepra.
Nos narra el texto bíblico cómo llegó a ser sanado de esta enfermedad y, de paso podemos aprender que, además de este problema físico, se encontraba aquejado de un mal mucho más grave, lo que he venido a señalar como el "Virus Naamanita", que no es otra cosa que el deseo de usurpar el lugar de Dios en su vida, algo inhato a la naturaleza humana.
Este mismo problema es el que da origen a la caída de Adán en el Edén, el deseo de ser como Dios, el de usurpar su papel como legislador y decidir entre qué es el bien y cuál el mal.
La cuestión es que esta "enfermedad" es mortal, contagiosa y endémica, trajo la muerte en Edén y nos acompaña hasta el día de hoy.
Haremos bien en ver si en nuestras vidas se manifiestan algunos de sus síntomas para poder actuar en consecuencia; os propongo que, analizando el texto biblico, podrían ser los siguientes:
- La sabiduría humana: tomando decisiones sin Dios.
- La obediencia condicional: no tomando las decisiones de Dios.
- La hermenéutica liberal: malinterpretando las decisiones de Dios.
Puedes profundizar en esta reflexión de forma más ámplia, llegando a considerar como en Naamán se produjo una auténtica metamorfosis en su salud física y espiritual, accediendo a los archivos siguientes:
- Notas completas de la reflexión en Word.
- Presentación en Ppoint.
- Audio (los cinco primeros minutos los podeis pasar, ya que son anuncios particulares de la iglesia local)