Este es el título que le da Secundino Castro a su comentario sobre el capítulo uno del Evangelio de Juan, me parece de los más ilustrativos para hacer referencia al mayor evento acontecido en la historia del hombre: "Dios manifestado en carne".
Es un tema al que no tengo más remedio que acercarme con temor y temblor ante la gigantesca dimensión del mismo y consciente de mi insufiencia.
Tal como dijera el apóstol Pablo "indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad", la manifestación del amor de Dios en la venida de su Hijo al mundo a favor del hombre.
Acercarnos a la extraordinaria dimensión de la encarnación de Jesucristo requiere hacer una mirada previa a la realidad de su preexistencia, considerando:
- Su dimensión eterna y gloriosa.
- Su compañia con el Padre.
- Su esencia de Dios.
- Su obra creadora.
- Su manifestación plena como vida, luz, gracia y verdad.
- Su revelación suprema dando a conocer al Padre.
- Su ambicioso propósito de hcernos hijos de Dios.
- La gravedad del pecado y la trascendencia de la santidad.
- La grandeza del amor de Dios.
- El amor de Dios como impulso de nuestra vida cristiana.
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