La característica general de las relaciones interpersonales es la generación inmediata de conflictos. Cuanto más cercanas las personas implicadas, más dolorosos y trascendentes éstos.
Las áreas de conflicto se multiplican por todos lados; la sociedad en sí misma es un conflicto permanente, es suficiente con ver un telediario.
El ámbito laboral y la competencia predatoria que le caracteriza ha hecho nacer la figura penal del mobbing; así como el bullying o acoso escolar, que se manifiesta con violencia en el ámbito estudiantil.
Podríamos seguir con las dificultades en las comunidades de vecinos, la circulación, la familia, la iglesia, ..., allí donde están más de dos o tres... con frecuencia reina el caos.
Nos hemos convertido en erizos punzantes que pinchamos a todo aquel que se nos acerca.
Como consecuencia los juzgados están a rebosar de pleitos, los sicólogos y siquiatras tienen las concultas que echan humo, nacen nuevas figuras profesionales, como los "mediadores familiares", para intentar detener el desastre. Pero parece que no hay muchas soluciones.
Hay que cambiar de erizos a peluches, de personas dañinas a sanadoras, de personas que pinchan a personas que acarician.
En archivos adjuntos os remito una reflexión más amplia acerca del tema, como siempre en varios soportes, pincha en el que prefieras.
Las áreas de conflicto se multiplican por todos lados; la sociedad en sí misma es un conflicto permanente, es suficiente con ver un telediario.
El ámbito laboral y la competencia predatoria que le caracteriza ha hecho nacer la figura penal del mobbing; así como el bullying o acoso escolar, que se manifiesta con violencia en el ámbito estudiantil.
Podríamos seguir con las dificultades en las comunidades de vecinos, la circulación, la familia, la iglesia, ..., allí donde están más de dos o tres... con frecuencia reina el caos.
Nos hemos convertido en erizos punzantes que pinchamos a todo aquel que se nos acerca.
Como consecuencia los juzgados están a rebosar de pleitos, los sicólogos y siquiatras tienen las concultas que echan humo, nacen nuevas figuras profesionales, como los "mediadores familiares", para intentar detener el desastre. Pero parece que no hay muchas soluciones.
Hay que cambiar de erizos a peluches, de personas dañinas a sanadoras, de personas que pinchan a personas que acarician.
En archivos adjuntos os remito una reflexión más amplia acerca del tema, como siempre en varios soportes, pincha en el que prefieras.
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