Para mí, una de las mejores fuentes de inspiración, en el ministerio de la predicación, es lo que el Señor me dice de forma personal en el tiempo devocional. Tal es el origen de la reflexión que os comparto en los archivos enlazados al final.
Se trata del texto que relata uno de los episodios, relativamente más conocidos, de la vida del profeta Elías; su confrontación en el monte Carmelo con los profetas de Baal, narrado en el primer libro de los Reyes 18:17-40.
Dios habla a su pueblo a través del profeta en el versículo 21 en los siguientes términos:
"Y acercándose Elías a todo el pueblo, le dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra?"
Este texto se me ha clavado en el corazón, meditar en él ha supuesto una bendición para mí, y mi deseo es hacerla extensiva a otros.
Lo extraño del título, "¿Danzamos cojeando entre dos muletas?", obedece al sentido literal de la pregunta que incluye el texto citado. Es la imagen irónica con la que el profeta reta al pueblo de Dios, que se encuentra en ese momento de su historia, padeciendo la "enfermedad" postmoderna del sincretismo, pretendiendo conciliar y justificar un estilo de vida en el que incorporar al mismo tiempo en su vida "religiosa" el culto a Jehová al mismo tiempo que a los baales.
Es la filosofía hedonista de hoy que, infiltrándose en las filas del cristianismo, pretende sacar beneficio de él y del mundo a la vez, viviendo en la contradicción.
"Danzar cojeando entre dos muletas" viene a ser como:
- Autollamarnos hijos de Dios, mientras permanecemos esclavos de nuestra vieja naturaleza.
- Decirnos sus hijos y sin embargo sentir vergüenza de ser sus testigos.
- Cuidar nuestra estética cristiana el domingo, pero no nuestra ética como trabajadores o empresarios el lunes.
- Confesar que hemos sido santificados, pero no notarse en el ámbito de nuestra vida familiar.
- Decir que pertenecemos al Reino de Dios, pero practicar un nulo o mediocre servicio al Rey.
- Cantar diciendo que amamos a Dios, pero no buscarle ardientemente cada día.
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Que el Señor en su gracia os colme de bendiciones.
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